jueves, 30 de agosto de 2007

Para cosmonautas




Ground Control to Major Tom
Ground Control to Major Tom
Take your protein pills
and put your helmet on

Ground Control to Major Tom
Commencing countdown, engines on
Check ignition and may God's love be with you

Liftoff

This is Ground Control to Major Tom
You've really made the grade
And the papers want to know whose shirts you wear
Now it's time to leave the capsule if you dare

This is Major Tom to Ground Control
I'm stepping through the door
And I'm floating in a most peculiar way
And the stars look very different today

For hereAm I sitting in a tin can
Far above the world
Planet Earth is blue
And there's nothing I can do

Though I'm past one hundred thousand miles
I'm feeling very still
And I think my spaceship knows which way to g
oTell my wife I love her very much she knows

Ground Control to Major Tom
Your circuit's dead,there's something wrong
Can you hear me, Major Tom?
Can you hear me, Major Tom?
Can you hear me, Major Tom?

Can you....Here am I floating round my tin can
Far above the Moon
Planet Earth is blue
And there's nothing I can do.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Manifiesto

En esta oportunidad voy a dejar un poco de lado la usual temática de este espacio, si es que tiene alguna en particular. No se si llamar a esto desahogo, pues lo que escriba aquí no creo que cambie mucho lo que siento, que es en parte, ahogo. El latiguillo que me viene a la cabeza es “estoy cansado”. Se lo puede interpretar de muchas maneras, “no me gusta”, “no quiero que sea así”, “que cagada que”, etc. Que cada uno le de la connotación que más le plazca ¿De qué estoy cansado? El entramado es muy complejo, ni yo creo ser capaz de llegar al fin de este hilo/nudo/ovillo de pensamientos. Son como imágenes por la ventanilla del tren. Estoy cansado de ver jóvenes ya derrotados aún antes de salir al mundo, sin pasiones, no digo ideales, creo que rozan el dogma (dogma como verdad única y fundante, con sus consecuencias). Estoy cansado de ver niños, púberes y semi-adultos saliendo del formato que da el sistema educativo, sin realmente aprender nada, estudiando carreras en las que no quieren aprender nada, sino recibirse para poder conseguir un trabajo para poder comprarse y poder juntar y juntar sin saber para qué (para comprarse, claro, una vez instaurada la necesidad, el objeto es lo de menos). Estoy cansado de ver miles, millares de celulares por doquier, cada vez con mas artilugios, que concentren la mirada en esa ensimismación, hay más maneras de comunicarnos, pero menos comunicación. Estoy cansado de ver el vacío que siente la mayoría llenado con objetos (o personas) impuestos desde afuera, somos cada vez más pasivos, no salimos a buscar lo que nos gusta del mundo, esperamos la proposición (¿O imposición?) externa, siempre. Creo que la mayoría siente que hay algo que no encaja en este rompecabezas (que apropiada la palabra ¿No?); y estoy particularmente cansado de ver hombros encogiéndose y caras de resignación. ¿Por qué en un país en el que producimos tanto hay gente pasando hambre?¿Por qué veo kilómetros y kilómetros de descampados y hay gente qué no tiene donde vivir?¿Por qué seguimos peleando y discutiendo por una dictadura y un terrorismo que “terminaron” hace veintipico de años?¿Por qué no somos realmente rebeldes? Ojo, ser rebelde no es ir a la Bond Street, comprarse unas tachas, fumarse un porrito y esuchar rock & roll, eso es ser convencionalmente no convencional. Ser rebelde es cuestionar, plantearse interrogantes, no aceptar lo establecido, ver si es realmente necesario tener lo que se dice que es necesario para vivir en este mundo ¿Realmente necesitamos un celular, un I-Pod, internet, Visa?¿Es gracioso Tinelli?¿O realmente tenemos tantos motivos para llorar que hasta lo mas burdo nos hace reir? Algunos pueden estar esperando el típico “antes se vivía mejor”. Ni a palos, esa nostalgia es miedo al cambio ¿No creen que el mundo está en crisis?¿Qué es crisis? Alguna vez escuché que crisis es la necesidad de un cambio, que ciertos factores de poder impiden que se dé. Ahora llega la parte difícil, hasta ahora despotriqué como cualquier hijo de estas tierras, quejándose de todo lo que se le cruza por la cabeza. En secundaria tuve un director sin mucha fibra para conducir, pero que dejó su impronta de algunas maneras. Una vez lo escuché decir “chicos, protesta... propuesta”. Claro, a nosotros nos causó gracia, la tendencia a esa edad es desautorizar todo lo que esté fuera de nuestras identificaciones, y reirnos de ello. Pero esas dos palabras, en ese orden encierran un modo bastante sano de conducirse ¿Para qué quejarnos sin proponer alguna manera de mejorar? No sé si tengo la respuesta para cambiar algo de lo que me tiene tan cansado. Por lo pronto me limito a buscar respuestas a los interrogantes que me planteo, y expresándome por este medio, quizá algun comentario ilumine un poco mi panorama. Uno de los puntos que abordé fue mi preocupación por lo que no aprendemos los jóvenes. Foucault, un pensador francés, dice que el poder no se basa en el acceso a recursos estimados como plata, tiempo libre, trabajos gratificantes o la capacidad de que otros respondan a nuestros mandatos, sino en el conocimiento, la capacidad de definir al otro. Hay algo de ésta dinámica actual que hace que tengamos cada vez menos conocimiento, y creo qué aquí radica la clave para el cambio. Ojo, en esta actitud de intentar saber más, ser un poco escéptico nos da libertad, repetir lo que leamos sin ser críticos o tratar de ver lo que no se está diciendo, nos lleva a ser dogmáticos ¿Por qué tanto acento en el dogmatismo? Quizá un par de ejemplos les ilustre mi visión. Del dogmatismo cristiano nació la Santa Inquisición, del dogmatismo Musulmán, la Jihad (guerra santa), del dogmatismo judío, la crucifixión de un loco que decía que nos tenemos que amar entre todos. Si nos salimos del dogmatismo religioso, podemos hablar de nazismo, stalinismo, fascismo, peronismo (sin intención de herir sensibilidades). Creer que la gente “culta” puede mejorar el mundo puede ser engañoso, hay que ver los berrinches y peleas que se arman entre académicos, aceptar la mirada del otro es un poco mi idea, por difícil que me resulte, y como si fuera fácil ¿No? Bueno, es un poco lo que tenía para decir, disculpen lo tendencioso y desordenado, espero funcionar de tábano socrático. Entre tantas pálidas me despido con una alentadora frase que algunos les sonará:

“Aunque me fuercen, yo nunca voy a decir que todo tiempo, por pasado, fue mejor. MAÑANA ES MEJOR”

domingo, 5 de agosto de 2007

Para ustedes, remolones


El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular

Ensalzaré con esmero al benemérito "fiacún". Yo, cronista meditabundo y aburrido, dedicaré todas mis energías a hacer el elogio del "fiacún", a establecer el origen de la "fiaca", y a dejar determinados de modo matemático y preciso los alcances del término. Los futuros académicos argentinos me lo agradecerán, y yo habré tenido el placer de haberme muerto sabiendo que trescientos setenta y un años después me levantarán una estatua. No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez: -¡Hoy estoy con "fiaca"!. De ello deducirán seguramente mis asiduos y entusiastas lectores que la "fiaca" expresa la intención de "tirarse a muerto", pero ello es un grave error. Confundir la "fiaca" con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo. Exactamente lo mismo. Y sin embargo a primera vista parece que no. Pero es así. Sí, señores, es así. Y lo probaré amplia y rotundamente, de tal modo que no quedará duda alguna respecto a mis profundos conocimientos de filología lunfarda. Y no quedarán, porque esta palabra es auténticamente genovesa, es decir, una expresión corriente en el dialecto de la ciudad que tanto detestó el señor Dante Alighieri. La "fiaca" en el dialecto genovés expresa esto: "Desgarro físico originado por la falta de alimentación momentánea". Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Efeso durante ciento y pico de años. Sí, todas estas tentaciones son las que expresa la palabra mencionada. Y algunas más.
Comunicábame un distinguido erudito en estas materias, que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: "Tiene la "fiaca" encima, tiene". Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara. En la actualidad el gremio de almaceneros está compuesto en su mayoría por comerciantes ibéricos, pero hace quince y veinte años, la profesión del almacenero en Corrales, la Boca, Barracas, era desempeñada por italianos y casi todos ellos oriundos de Génova. En los mercados se observaba el mismo fenómeno. Todos los puesteros, carniceros, verduleros y otros mercaderes provenían de la "bella Italia" y sus dependientes eran muchachos argentinos, pero hijos de italianos. Y el término trascendió. Cruzó la tierra nativa, es decir, la Boca, y fue desparramándose con los repartos por todos los barrios. Lo mismo sucedió con la palabra "manyar" que es la derivación de la perfectamente italiana "mangiar la follia", o sea "darse cuenta". Curioso es el fenómeno, pero auténtico.Establecido el valor del término, pasaremos a estudiar el sujeto a quien se aplica. Ustedes recordarán haber visto, y sobre todo cuando eran muchachos, a esos robustos ganapanes de quince años, de dos metros de altura, cara colorada como una manzana reineta, pantalones que dejaban descubierta una media tricolor, y medio zonzos y brutos. Esos muchachos era los que en todo juego intervenían para amargar la fiesta, hasta que un "chico", algún pibe bravo, los sopapeaba de lo lindo eliminándolos de la función. Bueno, estos grandotes que no hacían nada, que siempre cruzaban la calle mordiendo un pan y con gesto huído, estos "largos" que se pasaban la mañana sentados en una esquina o en el umbral del despacho de bebidas de un almacén, fueron los primitivos "fiacunes". A ellos se aplicó con singular acierto el término. Pero la fuerza de la costumbre lo hizo correr, y en pocos años el "fiacún" dejó de ser el muchacho grandote que termina por trabajar de carrero, para entrar como calificativo de la situación de todo individuo que se siente con pereza. Y, hoy, el "fiacún" es el hombre que momentáneamente no tiene ganas de trabajar. La palabra no encuadra una actitud definitiva como la de "squenún", sino que tiene una proyección transitoria, y relacionada con este otro acto. En toda oficina pública y privada, donde hay gente respetuosa de nuestro idioma y un empleado ve que su compañero bosteza, inmediatamente le pregunta: -¿Estás con "fiaca"? Aclaración. No debe confundirse este término con el de "tirarse a muerto", pues tirarse a muerto supone premeditación de no hacer algo, mientras que la "fiaca" excluye toda premeditación, elemento constituyente de la alevosía según los juristas. De modo que el "fiacún" al negarse a trabajar no obra con premeditación, sino instintivamente, lo cual lo hace digno de todo respeto.

Roberto Arlt
"Aguafuertes porteñas"