martes, 18 de marzo de 2008

domingo, 9 de marzo de 2008

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"Yo hubiera querido ser como los hombres de Maipú, que sabían reir o llorar a su debido tiempo, trabajar o dormir, combatirse o reconciliarse, bien plantados en la vistosa realidad de este mundo! Y no andar como quien duda y recela entre imágenes vanas, leyendo en el signo de las cosas mucho más de lo que literalmente dicen, y alcanzando en la posesión de las cosas mucho menos de lo que prometían. Porque yo he devorado la creación y su terrible multiplicidad de formas: ¡Ah, colores que llaman, gestos alocados, líneas que hacen morir de amor!; para encontrarme luego con la sed engañada y el remordimiento de haber sido injusto con la criaturas al exigirles una bienaventuranza que no saben dar. Y luego este desengaño, ¡también injusto!, que me pone ahora frente a las criaturas como ante un lenguaje muerto. ¡No haber mirado, ah, no haber mirado! O haber mirado siempre con puros ojos de lector, como los que tenía en mi niñez, allá en el huerto de Maipú, cuando la belleza de las formas inteligibles alcanzaba una visión de lo estable, de lo que no sufre otoño, de lo que no padece mudanza. Y ahí estan la injusticia y el remordimiento: haber mirado con ojos de amante lo que debí mirar con ojos de lector ¡Que bien entonan calle, medianoche y llovizna!

Leopoldo Marechal
Adán Buenosayres